jueves, 30 de julio de 2009

El taxista y mis prejuicios

Por más de un año, el trayecto hogar-trabajo-hogar lo hice en taxi. Como llamaba casi siempre a la misma empresa, era lógico que los choferes se repitieran. Uno de ellos era "el lindo".

El taxista lindo me llevó hasta mi casa tres veces. A diferencia de todos los demás taxistas que conozco, no me dirigió la palabra más que para decir "hola" y "nueve con cincuenta", y yo, que soy la timidez personificada, estaba lo bastante perturbada por el hecho de que un taxista me resultara atractivo como para poder hablar aunque sea del tiempo.

Durante los viajes, mientras esperaba que el tipo me hiciera una mínima insinuación, me decía a mí misma que debía estar muy mal (léase desesperada) para prestarle atención a un taxista. ¡Yo no tengo nada que ver con alguien "así"!

Un día me puse a pensar: capaz que el tipo es contador, fotógrafo o bioquímico, y que por alguna razón no tiene trabajo en su profesión; o capaz que no tiene un título pero es muy inteligente y le gusta la literatura y el cine; o capaz que ni eso, simplemente es un buen tipo que vale la pena conocer. ¿Por qué supongo que es menos que yo y que no merece ni siquiera mi consideración?

Pero no puedo deshacerme de mis prejuicios. Nunca me fijaría en un operario de fábrica, en un empleado de comercio, en un sodero.

Y se me ocurrió que, a la inversa, nadie puede imaginar que soy algo más que lo que se ve, una simple secretaria, y por eso me va como me va. Damn it!

viernes, 24 de julio de 2009

Friday night

Ya me estaba cansando de pasar mis noches de fin de semana como el pollo de la historieta. Hoy salgo del termo para socializar con otros seres humanos, y probablemente mañana también.

Voy a hacer nevar.

miércoles, 22 de julio de 2009

Nieve

"¡Salí a ver cómo está nevando!", vinieron a decirme. Apurada y contenta, me puse la campera y salí de la oficina, pensando en llevar o no la cámara para retratar tan maravilloso hecho.

WTF? Caían unos míseros cristalitos que no satisfacían las ilusiones de quien no conoce la nieve. "Esperá un rato", me calmaron. Está bien, espero, mientras tanto, me puse a ver cómo mis contactos informaban del suceso desde sus ventanas de GTalk:

¡Epa! Si me guío por los comentarios, parece que estuviéramos en Nueva York en plena navidad. Salgo con más ilusiones que antes y ¿qué veo? Ya no hay nada, ¡nada! ¡Ni lluvia!
¿Para qué exageran tanto, gente? Yo seré patética por no conocer la nieve, pero ustedes lo son aun más por inventársela.

lunes, 20 de julio de 2009

Que pase rápido este día

En mi universo, el día del amigo encabeza el ranking de los festejos estúpidos (seguido de cerca por el día de los enamorados y el día de la mujer). Gente que no me habla en todo el año hoy me manda un mensaje muy efusivo como si fuéramos entrañables amigos, y otros que a duras penas entran en la categoría de "conocidos" me obligan a contar hasta diez antes de responderles "¿y quién te dijo que vos y yo somos amigos?".

Al margen de esto, todavía dudo de que la amistad verdadera exista. Tengo "amigos" en distintos grupos, salimos, festejamos cumpleaños, hablamos, nos divertimos... pero al sentimiento profundo, incondicional y perdurable, no lo tengo con nadie. Cada vez que creí tener un mejor amigo, amigo del alma, como quieran llamarlo, de una u otra manera me decepcionaron:

· J, C y E, quienes a pesar de ser "mis mejores amigas del secundario", siempre se las ingeniaron para dejarme a un lado, burlarse, mentirme, hacerme sentir mal, y especialmente a E, que para todos mis cumpleaños me regalaba un par de aros, sabiendo que no tenía las orejas perforadas.

· Natalia, que me daba consejos, pero le calentaba la bragueta al chico con el que yo estaba empezando a salir.

· César, que me aseguró que íbamos a ser amigos por muchos años, pero dos meses después lo ascendieron y ya no fue más amigo de nadie, ni siquiera de los que ya no trabajábamos con él.

· Pablo, a quien sus ideas anti-capitalistas lo fueron alejando de mí cuando empecé a ganar unos pesos.

· Leandro, que después de la conversación que mantuvimos hace seis meses y que adjunto a continuación, no me volvió a hablar


Aunque algunos de los mencionados desaparecieron de mi vida, a otros los sigo viendo y cuando hablo de ellos me refiero como "amigo/a". Sin embargo, fueron ellos quienes me llevaron a creer que la amistad no existe y a pensar que en cada grupo que se reune a festejar este día pedorro hay rencores, envidia y falsedad.

8.45 llegó el primer SMS. Paciencia.

Update de las 15.45: Llega un SMS de remitente no agendado: "Si sientes que ya todo está perdido y no te quedan fuerzas para tirar las murallas olvida el pasado y camina conmigo que un buen amigo por siempre te acompaña. FELIZ DIA DEL AMIGO". OMG! ¿Quién puede enviarme semejante ridiculez? Por algo lo eliminé de mi agenda. Pero como anoto en papel los números que elimino del celular, busco quién es el "amigo" en cuestión. No podía ser otro.

viernes, 17 de julio de 2009

Eternamente joven

Ayer alguien me preguntó si estaba casada. Lo miré sorprendida y le pregunté "¿tengo cara de casada?". Siempre me suena raro cuando me preguntan estado civil, porque soy muy chica, es lógico que esté soltera, ¿cómo se les puede ocurrir otra cosa?

Pero me quedé pensando. Aunque en ciertos aspectos no me sienta tan diferente de cuando iba al secundario, y aunque el espejo me devuelva la imagen de alguien 6 o 7 años menor, definitivamente estoy más que en edad de merecer.

Fue así que llegué a la conclusión de que la vida me está pasando demasiado rápido. No es que esté desesperada por casarme, pero tengo que darme cuenta de que la época del jumper quedó atrás hace rato y es hora de que vaya pensando en una vida "de adulta".

Sin embargo, el mejor plan que tengo para este fin de semana es encerrarme a bajar música y ver videos en YouTube. No aprendo más.

martes, 14 de julio de 2009

El mensaje oculto de los masajes

Hace algunos años, a mí y a una compañera de trabajo nos mandaron a Buenos Aires a realizar un curso. En el mismo había unas 15 personas, y pasábamos tantas horas juntos que no tardamos en hacernos compinches (¿existe esa palabra todavía?).

Días después de haber llegado, en un break del curso yo me quejo por la contractura que todavía tenía debido al viaje en colectivo (*), y uno de nuestros compañeros, el pelado, se ofrece a hacerme unos masajes.

Pasaban los días y el pelado pasó de ser compinche a empezar a tirarme onda. A mí me resultaba incómoda la situación, como siempre que me tira onda alguien que no me gusta, y más teniendo en cuenta que el tipo estaba casado.

Una tarde le comento a mi compañera que ya estaba cansada de las indirectas cada vez más directas del pelado, a lo que ella me responde "y bueno, que querés, si vos le diste pie con lo de los masajes". Yo no entendía nada, ¿que tenía que ver una cosa con la otra? Mi amiga me explicó: "cuando una permite o le pide a un tipo que le haga masajes, está dando a entender que quiere algo más".

Me pareció un poco descabellada esa teoría, pero desde entonces y por las dudas ante cualquier contractura prefiero tomarme un Anaflex.

¿Es así como me lo planteó mi compañera? ¿Yo soy muy inocente, o los demás tienen la idea fija?

(*) Si nuestro jefe no hubiera sido tan tudobomtudolegalhabíaquesalvarelbolicheporquelascosasestabanbravas, nos habría pagado el viaje en avión y me habría evitado esta situación.

lunes, 6 de julio de 2009

Besos

Un poco por tímida y otro poco por antisocial, siempre me molestó la costumbre de saludar a toooodo el mundo con un beso.

Hace unos años, un amigo mío estaba en Australia y le presentaron dos chicas. Cuando les dio un beso a cada una lo miraron como si las hubiera querido violar. Me parece lógico. ¿Qué es eso de que un desconocido atraviese mi burbuja íntima? Si llegamos a una fiesta de cumpleaños y hay veinte desconocidos, tenemos que saludar uno por uno con un beso. No me resulta agradable que alguien de quien no sé ni siquiera el nombre roce su piel con la mía.

En mi trabajo anterior, para llegar hasta mi oficina tenía que pasar por un área donde había al menos quince personas. A pesar de ser calificada de antipática y amarga (vaya novedad), sólo les daba un beso el lunes a la mañana y el viernes cuando me iba. Nos veíamos todos los días, ¿para qué tanto besuqueo innecesario?

Todo esto se agrava cuando la persona a la que hay que besar nos cae mal, sabemos que no nos quiere, tiene mal aliento, la cara grasosa o nos deja un hilito de baba en el cachete.

Afortunadamente (por lo menos hasta que termine el invierno) puedo usar la excusa de la gripe porcina a mi favor y no besar a quien no tengo ganas.