lunes, 12 de mayo de 2014

Vivir sola

Hola, tengo 34 años y todavía vivo con mis padres.

Al escuchar esta frase más de uno saldrá corriendo, me imagino. No soy el estereotipo de gordo mantenido que vive pegado a la computadora pero algún problemita emocional tenemos los que hemos llegado a este punto.

Como no tuve que trasladarme de ciudad para estudiar ni he tenido una pareja estable, no existía un motivo concreto para irme. Y así fueron pasando los años sin que yo me diera cuenta, sintiéndome una eterna adolescente y pensando "cuando me case me iré". Hace algunos años (ya tenía como 27) me peleaba mucho con mi mamá y surgieron por primera vez las ganas de irme, pero económicamente era imposible. A esto le sumemos que mi mamá me decía que qué iba a hacer sola, que podía ser peligroso, que qué iba a pasar si me enfermaba, que ya no los quería más, que no valoraba lo que ellos me habían dado... Cuestión que al tiempo empecé a trabajar muy cerca de mi casa y con la excusa de la cercanía pateé el tema para más adelante.

Siguieron pasando los años y yo seguía sin darme cuenta. Cada vez se hicieron más frecuentes los ataques de pánico o ansiedad, lo cual me hacía pensar que en ese estado no podía vivir sola. Empecé terapia y después de unos meses llegamos a la conclusión de que lo que me genera esos ataques es el ahogo de estar todavía en mi casa. O bajo las órdenes de mis padres, mejor dicho. Porque a pesar de que soy bastante grande, todavía estoy cumpliendo el rol de hija/nena.

Durante mucho tiempo me autoengañé con que tengo mi plata, mi auto, puedo ir a donde quiera, pero en realidad no soy libre. Si vivo en la casa de otro, tengo que cumplir con las reglas del otro. Los sábados hay que limpiar e ir al supermercado, y si un fin de semana no estoy para cumplir algo de eso "no importa, hacé tu vida", pero "no sabés todo lo que trabajé cuando no estuviste" y "no te lo estoy echando en cara, solamente te lo cuento, porque vos te divertías pero yo lo único que te puedo contar es que trabajé". Puedo llegar a la hora que quiera (¡pero sin olvidarme de avisar!) pero "no me pude volver a dormir porque hiciste mucho ruido cuando llegaste". Puedo ir a danza, canto, bonsai, una actividad distinta cada día, pero "esto no es un hotel". Podría seguir pero no quiero aburrirlos.

Cuando me di cuenta de todos los años que había desperdiciado me largué a llorar. Supongo que si no me di cuenta antes es porque todavía no estaba lista para hacerlo. No puedo creer todo el tiempo que soporté vivir así, pero afortunadamente pude "despertarme" y voy a revertir la situación.

Después de tomar la decisión, vino lo segundo más difícil que fue comunicárselo a mi familia. Primero no se lo tomaron en serio, después intentaron por todos los medios convencerme de que me estoy equivocando, y ahora están en la etapa de entusiasmo mezclado con tristeza por lo rápido (?) que pasó el tiempo.

Yo estoy contenta y ansiosa aunque también con muchos miedos (¿me voy a deprimir? ¿y si me enfermo? ¿y si me asaltan? ¿aprenderé a cocinar? ¿y si no soporto y tengo que volver? y otros). A veces no tengo ganas de preocuparme más y digo "bueno, me quedo en mi casa, ya estoy acostumbrada", pero sé que así no voy a crecer nunca. Es algo que hay que hacer aunque duela (que en mi caso va a ser mucho).

Sólo espero estar tan ocupada tratando de manejar mi vida que no me quede tiempo para pensar estupideces.