jueves, 31 de diciembre de 2015

El año de la cabra

No sé qué quiere decir, pero soy cabra en el horóscopo chino, y éste fue el año de la cabra. No sé si se suponía que debía ser bueno, pero fue movido. Hace unos días, hablando con otra "cabra", coincidimos en que fue un año de altibajos. En mi caso fueron más los altos, por suerte (aunque ahora estoy terminando un poco abajo).

Esta vez no voy a hacer balances, ni promesas para el año que viene. Sólo quiero agradecerles por leerme (una de las buenas es que este año escribí el doble de posts que el año pasado, yay!) y desearles un feliz 2016.

¡Hasta el año que viene!


lunes, 23 de noviembre de 2015

Mi experiencia como maestra de sexto grado

De chica quería ser maestra, entre otras cosas. Me encantaba inventar listas de nombres, y jugar a que ponía presentes y ausentes, buenos, muy buenos y excelentes. Cuando podía, agarraba a mi hermana de alumna. A medida que fue pasando el tiempo me di cuenta de que no tenía paciencia para enseñar; los demás no entendían las cosas de la manera en que las entendía yo y mis razonamientos no eran de lo más pedagógicos.Ya más grande y cerca del momento de decidir mi futuro, ni loca se me habría ocurrido dedicarme a algo que involucrara hablar en público. Sin embargo, la idea quedó ahí, latente.

Desde hace unos años, la empresa en la que trabajo se une con una fundación educativa y busca voluntarios para dictar distintos tipos de programas (medio ambiente, la ciudad, jóvenes emprendedores, etc). Eso encendió la chispita de hacer trabajo voluntario y reflotó mi curiosidad acerca de dar clases, pero los horarios, los programas y los tipos de escuela no me terminaban de convencer.

Este año, surgió un programa llamado "Las ventajas de permanecer en la escuela". Fanática como soy de la educación, y entusiasmada con la posibilidad de trabajar con diamantes en bruto (no pun intended), me anoté. Era todo un desafío superar mi timidez y los nervios de hablar en público, así que por ese lado también era una buena oportunidad. La capacitación que nos dieron fue muy buena, y luego fui a conocer la escuela, los maestros y la directora, y salí de ahí con una lista de personas reales: Tiziana, Elías, Azul, Alex (nombres que no existían cuando yo inventaba nombres de alumnos para jugar).

Según me habían advertido, los chicos suelen ser muy tímidos y no participan, pero el grado que me tocó fue todo lo opuesto: cero miedo, cero vergüenza, pero también cero ganas de estudiar y cero respeto por las autoridades. Era imposible hacerlos callar, y tenía que repetir los conceptos y las consignas veinte veces. Lo llamativo es que son chicos muy despiertos, que con disciplina y más ganas de estudiar podrían ser mucho mejores. Tienen algunos conceptos muy claros, temas que nosotros a esa edad no hablábamos, pero por otro lado muchos no saben leer (pero en serio, al punto de inventar palabras) y la mayoría no puede escribir el nombre de su colegio sin errores de ortografía. 

Fue divertido preparar las clases, adaptar el material que me habían dado para que les resultara más atractivo, pero al llegar al aula sentía que tanto trabajo era al vicio. La penúltima clase estuve a punto de renunciar, pero no iba a dejarme vencer por mocosos de once años. Continué como pude, y al final del curso terminé sacándome fotos con todos, y me di cuenta de que le había tomado cariño hasta a los maleducados. 

No sé si lo que hice sirvió para algo. Ojalá me encuentre con alguno de ellos de acá a unos años y me entere.

Aprovecho la ocasión para felicitar a todos los maestros y maestras, ya que me di cuenta de lo difícil que es llevar adelante un grado, y más en una escuela que se cae a pedazos y con alumnos que acarrean todo tipo de problemas.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Derecho a voto

Hace unas semanas, con motivo de las elecciones presidenciales, una bloggera/twittera que vive en el exterior publicó una foto en la que se mostraba yendo a votar a la embajada argentina. En ese momento me molestó: ella y su marido viven hace diez años en un país hermoso, y según puedo deducir de lo que escriben, no creo que vuelvan a la Argentina en un futuro próximo. Mi opinión es que personas en esa situación deberían abstenerse de votar, ya que no se han bancado lo que nos bancamos nosotros, no viven el día a día en este país, y gane quien gane ellos van a seguir viviendo en el primer mundo. En ese momento no comenté nada porque imaginé que me iba a responder: "es mi derecho", "sí estoy informada de lo que pasa en mi país", "aunque yo esté lejos tengo a mi familia y amigos", y más blabla que iba a generar una discusión difícil de seguir en Twitter. Simplemente lo comenté con mi familia en el almuerzo y coincidieron conmigo.

Esta mañana, supongo que debido a comentarios que le deben haber hecho, ella escribió un tuit reafirmando su derecho a votar ya que se informa mucho acerca de lo que pasa en el país. Esta vez no me aguanté y le contesté:

- Si hace más de dos gobiernos que no viven en el país ni piensan volver durante el próximo, no me parece bien que voten. (Bueno, capaz el "no me parece bien" no era la mejor manera de decirlo, pero en el apuro no se me ocurrió otra cosa).

No me contestó ella, sino el marido, y se dio más o menos la siguiente conversación:

Él: -Uno sigue siendo argentino esté donde esté
Yo: -Pero los que vivimos la realidad somos los que estamos acá, por eso el que está afuera no debería opinar
Él: -La realidad es una sola y si querés la ves desde cualquier lado
Yo: -Una cosa es verla, saber, informarte, y otra es vivirla
Él: -Para mí no, soy muy conciente de la realidad argentina. Y estás proponiendo voto calificado.
Yo: -Lo que digo es, para qué votás si no te va a afectar quién gane o pierda. Vas a seguir allá. A menos que votes a alguien que te garantice que vas a poder volver y vivir de tu trabajo
Él: -¿Cómo que no me afecta? ¿Creés que no tengo familia, amigos, que nunca más voy a ir?
Yo: -Dejá que tus amigos y familia decidan a quién votar
Él: -No decido por ellos, decido junto a ellos. Y no me fui porque me fuera mal. Si quiero vuelvo mañana mismo y puedo trabajar.
Yo: -Con más razón entonces. Te fuiste y seguís allá porque te gusta más, y opinás quién tiene que gobernar acá. Si yo viviera en otro lado no me daría la cara para opinar.
Él: -Estarías en tu derecho, si vivís en el exterior no es obligatorio votar, pero dejame ejercer mi derecho sin cuestionarme.
Yo: -Es mi opinión. Creo que, tal vez, si estuvieras en mi lugar, verías las cosas de otra manera.
Él: -Ok, quizás sí, lo más probable es que no.

Y luego la conversación terminó amistosamente, De cualquier manera, no me va a hacer cambiar de opinión. No es que yo busque el voto calificado, no creo que el que viva afuera no sepa y por eso no deba votar, de hecho esta persona seguramente está más informada que yo acerca de los antecedentes y propuestas de los candidatos, pero no me parece justo que alguien desde la comodidad y la belleza de un país perfecto decida sobre el futuro de un lugar en el que no le conviene estar. 







miércoles, 4 de noviembre de 2015

Ushuaia

Ushuaia es uno de esos lugares que siempre quise conocer pero que parecía imposible; sin embargo, gracias al coro, tuve la oportunidad de pasar cinco días maravillosos allí.

Tenía miedo del aterrizaje: imaginaba vientos cruzados y que el avión se caía al mar (sin contar el miedo normal de viajar en avión que tengo siempre), pero fueron viajes muy placenteros, tanto a la ida como a la vuelta. Le mando un besito al Laboratorio Roche gracias a cuya ayuda pude contemplar desde arriba en paz las nubes más lindas que he visto en mi vida.

Esperaba nieve y mucho frío, dos cosas que en Córdoba no se viven muy seguido que digamos. Estuve en la nieve pero no nevó, así que hasta que no me caigan copitos voy a seguir diciendo que no conozco la nieve, y el frío fue soportable, nada que no hubiera sentido otra vez.

Compartí habitación con a) alguien prácticamente desconocido b) del sexo opuesto. No, no se pongan contentos, no es que finalmente se me dio, el muchacho en cuestión es gay. A veces tomo esas decisiones impulsivas que no son propias de mí: me cuesta compartir, me cuesta mostrar mi intimidad, mucho más me cuesta relacionarme con desconocidos, pero cuando vi que este chico era el único cuyas fechas de llegada y salida coincidían con las mías, ni dudé preguntarle si quería estar conmigo. Podía pasar que nos lleváramos para el orto o que todo fuera diversión y amistad. No pasó ninguna de las dos cosas porque mi roomie resultó ser demasiado parecido a mí, lo cual generó mucho silencio y momentos de estar cada uno en lo suyo, pero cuando hablamos pude conocer a alguien bastante agradable.

Y la música. Cuando a uno le gusta cantar, canta en todas partes: en el avión, en un restaurant, en la calle, en un parque nacional. Aparentemente lo hicimos bien porque la gente que nos escuchó en esos lugares raros después nos fue a ver a los conciertos. Conciertos mágicos, en el primero de los cuales la solista se largó a llorar en medio del canto, cargada de emociones por su primer viaje en avión, por conocer la nieve, por la historia misma que estaba cantando, y nos hizo llorar a todos los demás; y un segundo concierto, con música para niños, en el que nos permitimos improvisar, actuar y disfrutar cuando vemos que los niños disfrutan.

Empecé a ponerme nerviosa en diciembre cuando se empezó a hablar del viaje, más en mayo cuando compré el pasaje, entre julio y septiembre me volví loca buscando y reservando hotel, y dos semanas antes dejé de comer: molestias que al llegar al fin del mundo rápidamente quedaron olvidadas.




lunes, 28 de septiembre de 2015

El recital

Quienes me leen desde hace rato tal vez recuerden que soy fan de Queen. Pero una fan normal, no enferma. No tengo todos los discos, hay muchos temas de los que no sé la letra, no he escuchado lo que han hecho en los últimos años ni me interesan las bandas tributo. De hecho no fui a verlos en el 2008 a Buenos Aires ni tampoco pensaba ir a verlos este año, hasta que el 9 de julio anunciaron que vendrían a Córdoba. El día que comenzó la preventa yo estaba tarjeta en mano desde las 00.00 esperando conseguir primera fila pero me decepcioné al ver que sería pista libre. No iba a poder sacar fotos y el pogo violento me iba a aplastar. Estuve semanas sin saber qué hacer, mientras todos los días entraba a revisar que las entradas no se estuvieran agotando. Finalmente, varios de mis compañeros de coro iban a ir y si no vivía la experiencia de un recital de pie por Queen no la iba a vivir nunca más por nadie. Y me animó mi hermana "¿¿Qué pogo?? Si todos los que van a ver a Queen deben ser como vos". Fue la mejor decisión que pude haber tomado. Estar con amigos fanáticos cantando, saltando, gritando y bailando fue hermoso e increíble. Como no llevaba cámara disfruté mucho más, pero filmé algunos videitos para tener como souvenir (desbloqueando cada vez mi celular con una contraseña que tiene que ver con Queen). Creí que me iba a llorar todo, pero estaba demasiado feliz como para emocionarme. El único momento de nudo en la garganta fue en la "coreografía de palmas" de "Radio Ga Ga", un clásico del pueblo queenero del que nunca me imaginé que iba a formar parte. A todos los otros recitales que he ido fueron de artistas que me gustaban "más o menos", pero anoche estaba realmente disfrutando con todas las ganas. Sí, eso que fui a ver no es Queen, Queen eran cuatro y dos ya no están (por voluntad propia y por el destino), pero músicos impresionantes haciendo la música que más me gusta en mi propia ciudad es algo que no se ve todos los días (y que lamentablemente no creo volver a ver).

PD: Cuando compré la entrada estuve a punto de contarle a M. y preguntarle si él también iba a ir, pero como después de su llamada telefónica apenas intercambiamos algunos mails y no quedamos en nada, lo dejé pasar. Anoche apenas me bajé del auto me llamó por teléfono y directamente me preguntó "¿qué ubicación tenés?", dando por sentado que iba a estar ahí. Cuando lo encontré en la fila nos dimos un abrazo como si nunca hubiera pasado nada malo entre nosotros. Lo sumé a mi grupo de amigos y estuvo al lado mío todo el recital. Pensaba en que Queen nos había unido (fue la primera charla que tuve con él) y ahora nos estaba reuniendo. La forma en que me miraba y en que aprovechaba la emoción de la música para abrazarme me hacen pensar de que se olvidó de mí tanto como yo me olvidé de él. Pero quédense tranquilos, les conté a mis amigos la historia y todos coincidieron en que me olvide, y en este preciso momento, su profesora de inglés (que casualmente es profesora de mi jefe) me está contando de M. y su esposa y sus hijos, así que por ahora no voy a volver con él.

PD2: No olvidemos que este post era sobre Queen, QUEEN. No sé cómo me fui por las ramas.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Yo no quería ser secretaria

Pero la vida me trajo hasta acá y después de años de intentar escaparme terminé amando esta profesión que tan bien definió Nati hace algunos años:







jueves, 27 de agosto de 2015

Cumpleaños de hoy

-El encantador de perros.(*)
-El autor de "El bebé de Rosemary". (**)
-La mina que hace de Sherezade.
-El hijo de Lopilato y Bublé.
-La que escribe este blog.

Como verán, toda gente muy famosa.

Contra todo pronóstico, y a pesar de un resfrío que me está matando, hoy estoy de buen humor. Creo que por primera vez encaro mi cumpleaños con la mentalidad de que es un día para disfrutar y no con la de que no me gusta ser el centro de atención y preferiría que me ignoraran. Al menos parece que los años traen algo bueno.






(*) Amo a Cesar Millán.
(**) Ira Levin escribió otros dos libros que me gustaron mucho "The boys from Brazil" y "This perfect day"


viernes, 7 de agosto de 2015

Hablemos de libros II

Como les prometí, acá está la segunda parte de los libros que me recuerdan a un momento en particular de mi vida.

La niebla (The Mist, Stephen King, 1985)

Este fue el segundo libro que leí de SK así que todavía estaba nuevita en el género y todo me daba miedo (de hecho empecé éste porque Cujo me asustó tanto que tuve que abandonarlo apenas empezado). En esa época trabajaba en una oficina ubicada en un edifico viejo y muchas veces me quedaba sola porque salía más tarde que los demás y aprovechaba para leer. Cada puerta que crujía me hacía poner los pelos de punta. 

Mujercitas (Little Women, Louisa May Alcott, 1868)

De chica había leído Hombrecitos pero no Mujercitas, así que a los 23 o 24 años decidí que de una vez por todas tenía que leer este clásico pero como sentía que ya se me "había pasado la edad" para hacerlo, lo leí en inglés, acá, en mis tiempos libres durante mi primer trabajo de oficina.

Los tres mosqueteros (Les Trois Mousquetaires, Alexandre Dumas, 1844)

Empecé a leerlo durante las vacaciones de invierno a los 14 años y lo terminé como seis meses después. Nunca había leído un libro tan largo. En partes se me hizo pesado pero en general me gustó mucho. Me acuerdo que me llamó la atención la fuerte amistad entre los cuatro personajes; si hubiera existido la palabra en aquel momento habría pensado que era un gran bromance, sin lugar a dudas. Ahí lo tengo para releerlo en cualquier momento.

Ready Player One (Ready Player One, Ernest Cline, 2011)

El más nuevo de la lista y uno de los últimos que leí. Un día estaba en el supermercado, y entre medio de dos góndolas había un canasto lleno de libros y un cartel que decía "Ofertas desde $45". Revolví bastante hasta encontrar algo más o menos decente. No esperaba mucho de Ready Player One, pero por $69 qué podía pedir. Estaba en esas semanas en que, no sé si a ustedes les pasa, tenía que ir al médico y estaba pensando "seguro voy a tener algo malo y me voy a morir y para qué me voy a molestar en empezar a leer un libro si me voy a morir". Con esa mente tengo que convivir. En fin, el libro me encantó (me encantan las novelas distópicas) e investigando después, me enteré de que estaba súper recomendado y hasta van a hacer una película que va a dirigir Spielberg.

La gran aldea (Lucio Vicente López, 1884)

En los primeros años del secundario tuve una profesora de Lengua que nos hizo leer y escribir bastante. Por semestre teníamos que leer dos libros y luego nos tomaba una evaluación. Terminé de leer La gran aldea un sábado a la siesta, y una escena me shockeó mucho, creo que no lloré (en esa época, al contrario de ahora, no lloraba por nada), pero sí me quedé con una sensación horrible. El lunes al llegar al colegio el primer comentario fue sobre eso y todas coincidíamos en lo mal que nos sentimos al leer esa parte. A mi hermana le pasó lo mismo años después (no sé cómo la profesora no se aburría de enseñar siempre lo mismo). La evaluación fue facilísima; por ejemplo, una de las preguntas era "¿Qué pasa con el protagonista al final de la obra?: a) Se casa con Fernanda b) Se casa con Blanca c) Se queda solo" Lean el libro si quieren saberlo :) (Por qué 21 años después todavía almaceno datos como una pregunta y sus tres opciones de respuesta de una evaluación del secundario es un misterio).

BONUS TRACK

Tabaré (Juan Zorrilla de San Martín, 1888)

En el mismo año que el libro anterior pero el semestre siguiente, uno de los libros a leer era esta porquería que no les recomiendo ni aunque estén condenados a prisión perpetua y no les quede otra cosa para hacer que leer. Pesado, aburrido, escrito en verso, lo único que puedo recordar es que el tal Tabaré era un indio mestizo de ojos azules. La cosa es que nos costó horrores leerlo. Llegado el día de la evaluación, la profesora dijo que estaba satisfecha con que lo hubiéramos leído y que no lo iba a evaluar. ¡Ah, no! ¿Aguantamos ese plomo por nada? Creo que por única vez en la historia del mundo un grupo de adolescentes se puso a pedir "¡Queremos la prueba! ¡Queremos la prueba!". No tuvimos la prueba y hasta el día de hoy no puedo escuchar el nombre Tabaré sin pensar en esto:


viernes, 31 de julio de 2015

Hablemos de libros

Originalmente, la idea era hacer lo que hizo Vix: videos hablando de libros. Superé la vergüenza inicial y grabé un video, pero no quedé del todo satisfecha con el resultado (aunque me di cuenta de que mi voz no es tan fea como creía), y entre que no tenía ganas de hacerlo de nuevo y que lo pensé mejor y decidí que andar dando la cara en Internet no es lo mío, el proyecto quedó trunco. Pero como me gusta hablar de libros se me ocurrió hacerlo por acá, y de paso escribo un poco.

La consigna del video era elegir 10 libros que te recuerden a un momento o lugar particular de tu vida. Después de que hice la lista me di cuenta de que algunos no me recordaban nada en especial, pero los dejé porque todos son libros que me gustaron mucho y que quiero recomendarles.

Comienza la lista, en el orden en que me fueron viniendo a la cabeza:

El diario de Ana Frank (Het Achterhuis, Anne Frank, 1947) 

Lo elegí porque es uno de los que tengo en común con los que eligió Vix. En primer año del secundario (1993), en el libro de Educación Cívica había un capítulo que hablaba no recuerdo de qué, pero en un apartado contaba la historia de Ana Frank, había una foto de ella y un fragmento del diario. Un día, mientras hacía la tarea, mi mamá tomó el libro, leyó ese fragmento y me dijo "Mirá qué bien escribía a los 13 años", lo que mi mente tradujo como "y vos tenés la misma edad y ni por casualidad podés escribir así". El profesor de la materia nos recomendó que lo leyéramos y yo lo saqué de la biblioteca del colegio. Me gustó mucho, y me alivió saber que el fragmento que leyó mi mamá fue escrito por Ana a los 15 años, así que a mí me quedaba un tiempo para mejorar. El año pasado volví a leerlo ya con más conciencia de que lo que estaba leyendo era real y me volvió a gustar, tal vez más que antes.

Robinson Crusoe (The Life and Strange Surprizing Adventures of Robinson Crusoe, Of York, Mariner: Who lived Eight and Twenty Years, all alone in an un-inhabited Island on the Coast of America, near the Mouth of the Great River of Oroonoque; Having been cast on Shore by Shipwreck, wherein all the Men perished but himself. With An Account how he was at last as strangely deliver'd by Pyratesa.k.a. Robinson Crusoe, Daniel Defoe, 1719) 

Este fue el primer libro "en serio" que leí, a los 8 o 9 años, y fue mi favorito durante mucho tiempo. Recuerdo leerlo en la cama durante alguna siesta. Robinson fue el primer personaje literario del que me enamoré y estuve obsesionada al punto de que a todos los personajes que inventaba para jugar les ponía de apellido "Defoe". Otro que quise releer y lo hice este año. No recordaba casi nada y lo disfruté, no es el mejor libro del mundo pero entiendo el efecto que puede causar en una mente infantil.

El parque jurásico (Jurassic Park, Michael Crichton, 1990)

Si Robinson fue mi primer libro "en serio", éste fue mi primer libro "para adultos". Sé que lo estaba leyendo mi papá pero no me acuerdo si me dijo que lo leyera o si directamente se lo "robé", atraída por la portada. La cuestión es que me volví loca. La genética, los dinosaurios, todo me parecía tan interesante (imagínense, tenía 12 años). Cuando salió la película uno o dos años después yo estaba como "ay por favor, están tan atrasados, yo leí el libro hace rato". Esta fue también mi primera decepción de película que no tiene nada que ver con el libro; por lo poco que podía ver en los avances (antes no se decía trailer) ya desde el vamos los actores principales no se parecían en nada a la descripción que se hacía de los personajes en el libro, así que obviamente no quise verla. Cuando la vi, muchos años después, obviamente no me gustó. Ahora lo estoy releyendo en inglés.

Desde el jardín (Being there, Jerzy Kosinski, 1970)

Este es uno de los pocos que tengo (cuando era más chica los sacaba de una biblioteca, y en los últimos años leo mucho en pdf). También es uno de los pocos que leí más de una vez, diría que por lo menos cuatro. Una de ellas fue para una materia de la universidad que se llamaba "Sociología de los Medios de Comunicación". El libro con el que quería trabajar originalmente no aparecía por ningún lugar de mi casa, pero mientras lo buscaba encontré éste y me di cuenta de que también era perfecto para lo que estábamos analizando. Desde mi trabajo de aquel entonces le mandé un mail a la profesora para comentarle e inmediatamente me puse a sanatear hacer el análisis. Creo que me saqué un 8. Hace poco vi la película y está bastante bien.

Los pilares de la Tierra (The pillars of the Earth, Ken Follett, 1989)

Otro de los recomendados de mi papá, fanático de Ken Follett. Y yo, fanática de la Edad Media, me enganché enseguida. Es un libro largo pero muy entretenido, de esos que tienen mil páginas y cuando termina todavía te quedaste con ganas de leer más. Hay una miniserie que por supuesto no le hace nada de justicia, en la que actúa Eddie Redmayne, que en ese momento no lo conocía nadie pero ahora ya tiene un Oscar en su haber.

Como se me hizo un poco largo dejo los otros cinco para un próximo post.



lunes, 27 de julio de 2015

Agresión innecesaria

Ayer fui a un shopping con mi hermana y mi cuñado. Al lado del espacio donde iba a estacionar se estaba bajando una familia. Era como esos autos de los payasos que no sabés cómo entran tantas personas, así que tuve que esperar unos segundos hasta que terminaran de salir todos. Cuando finalmente pude ubicar el auto, escucho (porque estaba con la ventanilla baja) una voz de hombre que dice "peligro al volante, jejeje". Mi primer impulso al bajarme fue ir a increpar al imbécil, pero no sabía cuál de todos los payasos había sido, además ¿qué iba a ganar? Ponerme nerviosa y el aludido seguramente se iba a hacer el desentendido, así que me olvidé. Por un rato.

Esta mañana me volví a acordar y otra vez me indigné. Sé que lo tendría que dejar pasar porque qué importancia tiene un comentario sin sentido de alguien que ni sé qué cara tiene, que no me conoce y que no me voy a volver a cruzar. Pero yo me tomo todo como si fuera personal. No soporto que me digan cosas que no son, no soporto la estupidez, no soporto el machismo, y este tipo cumplía con los tres.

Mi cuñado me dijo "para qué hizo ese comentario ese tipo? Si no estabas estacionando mal. Ganas de molestar, nomás". Ni aunque hubiera estacionado mal, ¿qué beneficio le aporta al mundo su "chiste" pelotudo? Habrá querido hacerse el gracioso delante de su hermano/cuñado/suegro, y de paso descargar su bronca porque alguien más joven que él, y además mujer, maneja un auto más nuevo, y como si fuera poco, llevaba a un hombre como acompañante.

Lo único que consiguió el infeliz fue, lamentablemente, dar un pésimo ejemplo a los niños que iban con él.

miércoles, 8 de julio de 2015

Vuelve

Por si no leyeron el blog desde el principio, o por si no se acuerdan (lo más probable), allá por el 2008 yo solía escribir acerca de un tal M. Para que no se molesten en ir a leer posts viejos, patéticos y mal escritos, en el próximo párrafo les resumo la historia (no menos patética ni mejor escrita).

Cuando lo conocí a M se estaba separando de la novia, yo me fui de vacaciones y a mi regreso empezamos a salir, anduvo todo bien un par de meses hasta que se enteró de que la ex estaba embarazada (¿consecuencia de un polvo de despedida, maybe?), me preguntó si quería seguir con él a pesar de eso, le dije que sí, me dejó, me volvió a buscar y seguimos juntos hasta que nació la hija, supuestamente iba a volver conmigo pero no podía prometerme nada, obviamente no volvió.

Pasé por varias etapas: lloré, lo esperé, me resigné, me olvidé.

Aunque en siete años no hemos tenido contacto, me enteré de que siguió con esa mujer y que tuvo más hijos, situación que jamás me movió un pelo pero. Pero. Sabía que nunca iba a volver conmigo, no lo odiaba ni a él ni a la mujer y mientras más pasaba el tiempo más me convencía de que había sido mejor perderlo, pero nunca me olvidé del todo de él.

En fin. La semana pasada, out of the blue, me apareció un mensaje suyo en Facebook pidiéndome el celular porque quería comunicarse conmigo. Se me aflojó todo. Cuando me recuperé me di cuenta de que seguramente querría pasarme su currículum o comprar un auto barato, dos cosas que la gente suele pedirme debido al lugar donde trabajo.

Ayer estaba en la oficina a punto de almorzar cuando sonó mi celular. Era un número desconocido pero acostumbrada a que me llamen sólo por motivos laborales, su voz me sorprendió. Cháchara intrascendente hasta que me dijo el motivo del llamado: una pelotudez atómica que hasta me da vergüenza describir. Seguimos hablando de nuestras vidas (tiene dos hijos y el más chico tiene tres años, quién habrá sido el bebé de las fotos, entonces?), de algunas nerdeadas (ay, cómo lo extrañaba), todo re superado, hasta que en un momento me dice algo así como "he pensado en vos más que algunas veces". Si esto fuera "50 sombras de Grey" (sí, lo leí, shame on me) acá vendría la parte que dice "mi diosa interior está dando bailecitos de felicidad".

Me hice la boluda y seguí como si nada, porque recordemos que ya es un señor con familia, pero insistió varias veces con que nos juntemos hablar e incluso me dijo que si quiero puede llevar a los hijos para que los conozca. "La nena se llevaría bien con vos", me dijo. What? Aparentemente estaría a pasos de convertirme en la Niña Loly.

¿Se habrá separado? ¿Querrá volver conmigo? Mi mamá dice que sí. Mi hermana dice que sí. Mi cuñado dice que sí. Mi amiga Marina dice OMG. Mi papá no opina (nunca lo hizo).

¿O realmente habrá llamado para preguntarme si recordaba cómo hacer una call conference desde el teléfono de la empresa donde trabajábamos?

Ya no sé qué pensar.

viernes, 12 de junio de 2015

¿Revancha?

Después de intentar cantar con la voz que sonaba como si estuviera sentada arriba de un lavarropas en pleno centrifugado, y de perder mis 2.45 minutos de fama en manos de alguien mucho más relajada que yo, volví a los ensayos con la cola entre las patas. No quería ni mirar a la directora para que no se acordara de mí, y pasé varias semanas siendo casi invisible.

Cuando empezamos a ensayar obras que tienen solos,  cada vez que se hacía mención a ellos me ruborizaba internamente suponiendo que todos se estaban acordando de mi fallido intento (Nota a mí misma: ¡Hola! No sos tan importante, sabés? Ya se olvidaron hasta de tu nombre), y me morí de odio cuando una compañera me dijo "Podrías cantar vos uno de esos solos... naaaa JAJAJAJAJA era una joda, ya sé que [hace con las manos el gesto de 'arrugar']" (Nota a mí misma: ¡Viste que sí se acuerdan!)

La semana pasada me pidieron que me quedara después del ensayo. Supuse que me iban a cagar a pedos por algo (ah, sí, porque yo siempre pienso positivamente), pero imaginen mi sorpresa cuando me dijeron que estudiara uno o varios de esos solos. O sea que no soy tan desastre después de todo.

Me lo estoy tomando con más calma, tratando de que no me importe lo que los demás piensen, "creyéndomela" un poco, y aprovechando la oportunidad que me dan, aunque sea como ejercicio para empezar a curarme del pánico escénico.

Por suerte esta vez hay tres candidatas más así que la presión no está tanto sobre mí. Y cada vez que pienso en decir que  no, me acuerdo nuevamente de esa que se me burló y sólo por eso junto coraje y me convenzo de que sí voy a poder hacerlo.

lunes, 20 de abril de 2015

Frustración

Continuación de la entrada anterior.

El día del primer concierto estaba bastante tranquila, aunque no sabía qué podía pasarme en el escenario, con las luces y la gente. De cualquier manera, tenía que hacerlo.

Cuando llegué, la directora me dijo que íbamos a probar la mejor manera de llegar cierta nota aguda. Le dije que cuando ensayaba a veces me salía bien y a veces no, y le pedí que si me salía mal, que por favor al día siguiente cantara otra persona porque no quería volver a pasar ese estrés. Me dijo que no me preocupara, que los conciertos son una lotería y que a veces las cosas salen mal, que disfrutara y listo.
-El tema es que no lo estoy disfrutando.
-¿No lo estás pasando bien?
-¡¡NO!! Esto es una tortura para mí.
-Ah, no, entonces no sirve.

Me dijo que había pensado también en otra chica y que iba a probar con ella. Mientras tanto, todos me preguntaban cómo estaba y me daban consejos, y yo no les quería decir que todavía no sabía si iba a cantar. Mi reemplazante llegó muy tarde y finalmente quince minutos antes de empezar la directora decidió que cantara ella ya que no se ponía nerviosa, ya había cantado otras veces como solista y tiene un registro que le permite llegara mejor a las notas agudas. Me sentí aliviada pero por otro lado me puse peor que si hubiera tenido que cantar porque #gataflora.

Cuando subimos al escenario vi que no había mucho público y pensé que capaz que podría haberlo hecho tranquilamente. Mientras mi compañera cantaba (era la primera obra) me arrepentí, ella era la heroína y yo la fracasada, la que no sirve, la cagona, y todos los adjetivos negativos que se les ocurran. Me sentí culpable porque en vez de decir que no desde un principio, aseguré que iba a poder hacerlo y a último momento obligué a la directora a hacer cambios y a mi compañera a cantar sin estar preparada. Me dio bronca que me guste cantar y no poder hacerlo. A duras penas pude cantar entre el nudo en la garganta y las lágrimas a punto de caer. No disfruté nada y volví a mi casa llorando.

Al día siguiente ya se me había pasado la culpa y la bronca, y llamé a mi mamá para avisarle que esa noche no fuera a verme ya que no iba a cantar y le conté lo que pasó:

-Qué estúpida que sos, ahora todos van a creer que no sabés cantar, ¿Por lo menos dejaste en claro que no cantaste por los nervios y no porque sos desafinada?

Imaginen cómo puede estar mi psiquis después de 35 años de presiones así, Aunque no sé si es peor que mis padres me sigan presionando o que a mí me siga afectando. 




viernes, 10 de abril de 2015

Nervios

Hay miles de cosas que me ponen nerviosa (es más, diría que estar nerviosa es mi estado natural), pero las peores situaciones son las que tienen que ver con lo que digo o lo que hago, y lo que los otros puedan pensar de mí. Por ejemplo: me puse veinte veces más nerviosa cuando tuve que decirle a la vecina que bajara la música que cuando me apuntaron con un arma para sacarme la cartera.

Se me hace un nudo en el estómago y empiezo a transpirar cuando tengo que hablar por teléfono con alguien que no conozco, se me aceleran los latidos cuando un desconocido me dice algo que no me gusta en Twitter o en el blog, o cuando escribo algo en Facebook y pienso qué me van a responder (sí, aun antes de que efectivamente me respondan algo). En el colegio o en la universidad, cuando un profesor hacía una pregunta, antes de levantar la mano se me estrujaba la panza, y eso que sólo me animaba a responder si estaba 100% segura de que lo iba a hacer bien. La sensación se multiplicaba por no sé cuánto en el caso de los exámenes orales y la mayoría de las veces me saqué bajas notas (o sea, 6 y 7) no por no saber sino por estar nerviosa.

En fin, ser el centro de atención, aunque sea por medio minuto, y el miedo a hacer algo mal son las dos cosas que me generan más ansiedad. Imaginen entonces cómo me sentí cuando el martes al llegar al ensayo de coro la directora me dijo que iba a cantar una parte solista. Mientras me hablaba se me hizo el nudo en el estómago, y a medida que se acercaba el  momento de cantar los latidos se hacían más fuertes y empecé a temblar. Cuando finalmente canté, la voz me temblaba como nunca antes había escuchado a nadie. No se los puedo describir. Como estaba cantando mal y haciendo el ridículo, más nerviosa me ponía y peor me salía. Volví a cantar dos veces más, ligeramente menos a punto de morir que al principio, pero muriéndome al fin. 

Siempre, cada vez que un integrante del coro ensaya un solo por primera vez, todos los demás lo aplaudimos para darle ánimos y felicitarlo, aunque se haya quedado sin aire, haya desafinado o se haya equivocado la letra. A mí no me pasó ninguna de estas tres cosas, pero adivinen si me aplaudieron. Parece que tener miedo no está aceptado, si hubiera cantado como el orto pero tranquila, sí me habrían felicitado. Lo importante es la actitud, como dicen siempre. O a lo mejor no podían entender que alguien sintiera tanto miedo y se quedaron helados sin saber cómo reaccionar.

Ayer, drogas mediante, estuve un poco menos nerviosa y pude controlar el temblor. Sé que no lo hice del todo bien pero estaba satisfecha porque había mejorado bastante, hasta que volví a mi lugar y -nunca falta el que te pincha el globo- una compañera que no había escuchado el ensayo anterior me dijo "ayyyy!!! Qué nerviosa se te escuchaba!!!". Sí, y con tu comentario no estás ayudándome a mejorar. Tampoco me aplaudieron pero varios me dijeron que sonaba bien. No les creo pero igual se agradece la palabra de aliento. Y si realmente les parece bien, son unos sordos de mierda que no sé cómo llegaron a estar en un coro.

Durante mucho tiempo usé técnicas de relajación, de respiración, tés de tilo, ansiolíticos, hasta que me di cuenta (tarde) de dónde está la raiz del problema. Un poco porque me viene en la sangre y otro poco porque me criaron así, uno de mis valores es la perfección. Las cosas se hacen perfectas o no se hacen, y lo aplico tanto a mi vida como a la de los demás. Critico mucho al que hace algo mal, y como sé que yo misma no soy ni puedo ser perfecta, también me critico y me frustro y llevo esta vida con más momentos de infelicidad que de dicha. Como creo que los demás son iguales que yo y que me van a criticar y se van a burlar, se arma una bola de nieve cada vez más grande y la ansiedad se hace insoportable. Ayer alguien me dijo "no te preocupes por cómo te sale, vos disfrutá." ¿Cómo carajo voy a disfrutar si lo estoy haciendo mal? Cómo me gustaría ser una persona con cero autocrítica que piensa que hace todo bien. O que si lo hace mal no le importa. No sé cuánto tiempo de terapia me llevará modificar esto.

Hoy y mañana son las funciones. Espero seguir siendo la loser ignorada que fui toda mi vida así en 5 minutos todos se olvidaron para siempre de que hice el ridículo.

EDIT: ¡Y cómo olvidarme de lo nerviosa que me pongo cuando me gusta alguien! 

martes, 10 de febrero de 2015

Tres recetas

Si nunca imaginé que iba a aprender a cocinar, menos imaginé pasarles recetas a los demás.

No esperen platos elaborados o súper originales; más bien son comidas muy simples y fáciles de hacer pero que me sirven para no aburrirme de comer siempre lo mismo (al haber tan pocas comidas/ingredientes que me gusten, caigo rápidamente en la repetición).

Berenjenas y tomates

Pelar la berenjena y cortarla en rodajas. Ponerles sal, esperar que larguen líquido y limpiarlo con un papel (esto es para quitarles el sabor amargo). Cortar las rodajas en cuartos y dorarlas en una sartén, con condimentos a gusto (en mi caso, especias surtidas y pimentón). Cortar un tomate en cubitos y agregarlos a la sartén cuando las berenjenas casi estén cocinadas. Agregar más condimentos si es necesario. Servir caliente.

Acá está la receta original por si les gusta más (tiene más condimentos y las berenjenas están fritas).


Pollo crocante

Esto no es ni más ni menos que milanesas de pollo pero en vez de usar pan rallado usé copos de maíz triturados. Recién hechas quedan muy ricas, pero recalentadas en microondas no tanto. 

(¡El tamaño de esa porción! Con razón no engordo)



Guarnição à francesa

Esta es mi preferida y la dejo en idioma original porque la probé en Brasil (una no es bloggera si no comparte recetas de cocina y experiencias de viajes por el mundo).

Se ralla una papa, se fríe y se reserva (tampoco imaginé que alguna vez iba a usar palabras de El Gourmet). Se rehoga una cebolla cortada en juliana, se agregan unas rodajas de jamón cocido cortado como más les guste, luego se agrega una lata de arvejas y por último las papas. La primera vez que lo hice estaba nerviosa porque era la primera vez que invitaba a mi hermana y mi cuñado a cenar, y les encantó!

La foto no le hace justicia.


Después me cuentan si se animaron a probarlas, y si tienen alguna otra idea fácil también es bienvenida.

viernes, 16 de enero de 2015

Nueva vida

A pedido del público les cuento qué es de mi vida.

Después de las primeras semanas dejé de estresarme por la cocina y el orden, ya no me peleo con mis padres, y disfruto de cada uno de esos momentos que no podría tener si no viviera sola (hacer ejercicios de ballet en el medio del comedor, encerrarme dos horas a grabar canciones en Audacity, cenar mientras veo series con la notebook arriba de la mesa). No extraño, y de a poco voy sintiendo que éste es mi lugar.

Sin embargo (porque todo en la vida tiene un "pero"), antes de mudarme creía que hacerlo iba a ser la solución a todos mis problemas e iba a ser libre y feliz y me iba a convertir en un ser sociable. Nada más lejos de la realidad. Uno puede estar en otro lugar o con (sin) otra compañía pero como dice un tema de La Ley, "la vida sigue igual". Sigo siendo yo, entonces no empecé a buscar desesperada cualquier salida con tal de estar con gente. Sí salí, pero a donde realmente tenía ganas de ir, (aunque mucho más relajada sabiendo que nadie me iba a controlar a qué hora regresaba). En cuanto a los vecinos, son veinteañeros bolicheros, trolitas a las que sólo les interesa tomar sol o familias con niños. No veo muchas chances de hacer amigos por ahí. Y ni siquiera he podido invitar gente, por falta de muebles/utensilios/tiempoparadejartodoperfectoantesdequelleguen.

Como verán, lo de socializar todavía es un gran fail, y una vez que hubo pasado la etapa de euforia (=as in "poder hacer cualquier cosa que me dé la gana en cualquier momento, como por ejemplo mirar una película en pijama mientras como tutucas"), caí en la cuenta de que sigo teniendo la misma vida chota de antes. No estoy feliz, me sigo deprimiendo, y más de una vez tuve que tomar algo para poder dormir.

Voy a confiar en que en este año de la cabra (?) todo cambie para mejor.